Pescado de proximidad

Abel Mariné – Profesor emérito de Nutrición y Bromatología.

Por razones nutricionales es recomendable comer pescado, y por razones medioambientales y sociales debemos procurar, siempre que sea posible, consumir productos de proximidad. Pero las tendencias de nuestra sociedad no lo facilitan, y no hay suficiente conciencia de que debe ser así. Dos ejemplos locales muy ilustrativos. En la sección El Voraviu, de La República, este diciembre, Joan Vall Clara titulaba uno de sus comentarios “Los pescadores de Badalona. Ellos mismos son especie en extinción, como el mar”. Y la revista de información Tot, de Badalona, Montgat y Tiana, en octubre pasado publicaba el artículo “Las jubilaciones de los pescadores hacen peligrar la subasta cantada de Montgat”.

Es evidente que la pesca de nuestras playas no es suficiente para abastecernos del pescado que convendría que comiéramos, pero nos proporciona el de mejor calidad, gastronómica y también nutricional, y es uno de los pilares de la dieta mediterránea, especialmente el pescado azul, entre otras cosas por su aportación de ácidos grasos omega-3. La larga vida de los que siguen la dieta tradicional japonesa se explica, en parte, por la aportación de omega-3 que ingieren a través de pescado y algas que forman parte de su dieta. También hay que recordar que el pescado azul, o graso, es una excelente fuente de vitamina D, de la que hay ciertas carencias incluso en nuestro entorno. En este sentido es preocupante que la gente joven y las clases más desfavorecidas consuman poco pescado.

El problema no es sólo local. Este octubre, la prestigiosa revista científica internacional Nature publicó que en muchos países costeros africanos y asiáticos se detectan déficits de nutrientes (hierro, zinc, selenio, vitamina A y omega-3), especialmente en la infancia, debido a que se ven privados de los productos de su pesca artesanal de proximidad porque se destinan a las grandes compañías piscicultoras foráneas,  especialmente chinas, en forma de harina de pescado, para producir peces para los países ricos. La piscicultura es necesaria para abastecer de pescado a la población creciente de todo el mundo, pero no de esta manera. Criar pescado a base de pescado es un absurdo y lleva a una consecuencia absolutamente injusta. Si los pescadores locales retuvieran para sus familias una parte de su pesca (la de mares tropicales es más rica en nutrientes que la de mares más fríos), estas carencias, que ocasionan malnutrición y otras enfermedades, no se producirían. Los insectos, por ejemplo, podrían ser una de las fuentes que alimentaran el pescado de piscifactoría, y hay otras.

Las administraciones se ocupan de regular y controlar las normas de pesca, sobre todo para garantizar su calidad y una correcta gestión de recursos. Este 10 de enero, precisamente, se ha publicado en el Diari Oficial de la Generalitat de Catalunya un decreto del Departamento de Agricultura, Ganadería, Pesca y Alimentación sobre el modelo de gobernanza de la pesca profesional en Cataluña y su articulación con las normas estatales. Pero la decisión de qué pez compramos es nuestra.

Profesor emérito de Nutrición y Bromatología. Campus de la Alimentación. UB

El Punt Avui – 14/01/2020

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